ORÍGEN Y CURIOSIDADES HISTORIOGRÁFICAS QUE SEGURO NO SABÍAS
Las escrituras de arqueólogos, historiadores y geólogos coinciden en que eran varias las festividades que tenían lugar a finales de diciembre en el Antiguo Imperio Romano: celebraciones judías, del mazdeísmo persa y también nórdicas, mayoritariamente vinculadas al solsticio de invierno del hemisferio norte.
Éstas celebraciones pertenecían a la cultura pagana: aquella que engloba a las religiones politeístas antiguas –griegas, romanas, nórdicas, celtas– y se ha caracterizado siempre por la conexión con la naturaleza, el politeísmo o animismo, el culto a dioses y diosas, celebraciones estacionales -solsticios, equinoccios- y un fuerte sentido comunitario y ritualístico; a diferencia de las religiones abrahámicas -monoteístas, como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam-.

Los romanos, entre el 17 y el 23 de diciembre, celebraban las fiestas Saturnales en honor a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha. Esta celebración coincidía con el solsticio de invierno de Europa; periodo conocido como el más oscuro del año, porque el Sol sale tarde y se oculta temprano.
Según el escritor anarquista Luiggi Fabri, esas fechas eran “un indicio de que el alma humana ha aspirado siempre a la libertad y de que entreveía el ideal de una sociedad de gentes libres e iguales”. Distintas investigaciones que se han hecho durante el paso de los años, señalan que, en aquellas festividades, se hacían sacrificios, orgías, banquetes abundantes, bebían abundante alcohol e intercambiaban regalos. Los esclavos, campesinos y demás subordinados sentían una ligera libertad, ya que sus “amos” pasaban días en las fiestas. Podían visitar a sus parientes, e incluso utilizar la ropa de sus amos sin que los noten.
El emperador Constantino, primero en legalizar el cristianismo en el Imperio Romano, probablemente con la intención de superponer las prácticas cristianas a otras más antiguas, estableció el 25 de diciembre para la conmemoración del nacimiento de Jesús; el mismo día en el que celebraban el Sol Invictus, un culto a la divinidad solar asociado al nacimiento de Apolo, dios del Sol. Cabe aclarar que “Constantino I, el Grande” no tuvo una relación fácil con el cristianismo: él, al igual que sus pares, fue educado en la adoración del dios del Sol, cuyo culto estaba asociado directamente al de la figura del emperador.

El término navidad proviene del latín nativitas, que significa nacimiento. Esto se debe a que, en la Biblia, los Evangelios de Mateo y Lucas consideran que Jesús de Nazareth nació en un pesebre de Belén, aldea de Oriente Próximo, y que su llegada fue anunciada por un ángel, pero no especifican el día exacto del nacimiento.
El objetivo de esta superposición fue convertir a los paganos romanos a la religión cristiana a través de una tradición fácilmente asimilable para ellos, ya que sería inevitablemente relacionada con sus fiestas, celebradas en esas mismas fechas. Esto siempre fue así: el carácter festivo convierte esta época del año en un instrumento muy útil a la hora de generar cohesión social.
El emperador Constantino actuó con el apoyo del pontífice: el papa Julio I, obispo de Roma entre el 337 y 350 d.C. Un siglo más tarde, en el año 440, el papa León I conmemora la fecha de “la Natividad” y en el año 529 es declarada festividad oficial dentro del Imperio romano. Así, se fijó la Navidad, incluso contra ciertas creencias de que Jesús nació en primavera: otras interpretaciones de los Evangelios describen que Jesús nació en un momento en que los pastores tenían rebaños al aire libre -algo ilógico en invierno y en una región como Oriente Próximo-.
A lo largo de la historia, distintos gobiernos han utilizado estas celebraciones para impulsar su visión política, histórica y social. Un ejemplo está en la Alemania nazi, donde el régimen adaptó las festividades a la visión supremacista de la raza aria. Eliminaron las referencias cristianas e incluso introdujeron símbolos de la tradición germánica, que encajaran mejor con parte de su ideología y retórica discursiva.
Pero, si hay algo que describe estas fechas, son las compras: las navidades llegan a valer el 30% de las ventas anuales para muchas empresas alrededor de todo el mundo. La Navidad mueve miles de millones cada año, y la verdad es que todos la necesitamos. La publicidad también lleva un papel protagónico: en otra oportunidad les contaré cómo Coca Cola creó la imagen de Papá Noel para vender su gaseosa en invierno.

Dicen las buenas lenguas que Papá Noel viene del Polo Norte -o Laponia-. A simple vista, por muchos antepasados que tenga en Turquía, Italia, Países Bajos, Alemania o Escandinavia, parecería un neoyorquino de pura cepa. Las raíces de Papa Noel se extienden a San Nicolás y al dios Odín.
San Nicolás era un obispo de familia millonaria que nació en Turquía a principios del siglo IV. Una de las leyendas conocidas sostiene que, para evitar que tres hermanas fueran vendidas por su padre, San Nicolás comenzó a dejarles dinero a escondidas en las medias que colgaban en la chimenea. El mito evolucionó y la figura del santo se acabó asociando con los regalos.
Por su parte, la figura nórdica de Odín. Los vikingos celebraban el festival pagano del solsticio de invierno, Yule, donde Odín cabalgaba por el cielo nocturno en su caballo de ocho patas, Sleipnir, entregando regalos o bendiciones. Esta figura del «Padre del Yule» y su «Cacería Salvaje» son ancestros de las tradiciones modernas de regalos y la figura del anciano barbudo que viaja por el cielo en invierno, fusionándose con San Nicolás para crear a Santa Claus.

“Santa Claus”… ¿por qué? Los neerlandeses siguieron festejando a San Nicolás, Sinterklaas para ellos, y cuando fundaron Nueva Ámsterdam en el estuario norteamericano del río Hudson, en el año 1624, se llevaron la festividad con ellos. Cuando la ciudad pasó a manos inglesas (1674) y recibió el nombre de Nueva York, la fiesta de Sinterklaas sobrevivió, aunque empezó a mezclarse con otras tradiciones británicas y más tarde centroeuropeas. Por ejemplo, la personificación de la Navidad típica de Inglaterra que había ganado relevancia desde la prohibición de las fiestas por los puritanos (1647), al que los ingleses empezaron a llamar entonces Father Christmas o Papá Noel. El término Santa Claus procede de la deformación de la pronunciación en inglés de Sinterklaas, que aparecería por primera vez en la literatura en “Historia de Nueva York” (1809), una parodia de la cultura neerlandesa en Nueva York de Washington Irving.
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